Cuando analizamos la actividad de las empresas, encontramos un factor común: la mayoría de ellas, solo ejecuta una contabilidad financiera. Y, en muchos casos, lo hacen forzadas por las obligaciones fiscales, de forma que omiten por completo la llevanza de la contabilidad de costes o analítica.
En este sentido, la principal diferencia entre la contabilidad analítica y la financiera la encontramos en que la financiera, actúa una vez ocurridas las operaciones. Esta característica, nos ayudará a entender lo sucedido, pero no a prevenir o a estimar lo que va a ocurrir en el futuro en nuestra actividad económica.
Además, la contabilidad financiera no suele ofrecernos la información a tiempo real. De tal modo que, desde que se realiza la compra de materia prima, hasta que viene el material, albarán, factura y registro contable, puede haber pasado varias semanas.
Por otra parte, la contabilidad analítica, ayuda a registrar los costes de forma inmediata, incluso según si el sistema de costes utilizado, te permite realizar una previsión de costes y, una comparativa de los estimados con los reales, para posteriormente analizar si la desviación viene dada por las unidades consumidas o por el precio de adquisición.
La contabilidad de costes o analítica nos ayuda a conocer nuestro coste unitario y el precio mínimo de venta, de esta forma evitaremos la tentación de vender nuestro producto según el precio de venta de nuestra competencia.
En definitiva, un sistema de costes, actualizado y dinámico, nos permite anticiparnos a cualquier incidencia o gasto que pueda perjudicar la cuenta de resultados.
Hemos de tener en cuenta que, si nuestra política de venta está basada en el precio de mercado, corremos el riesgo de incurrir en pérdidas en el ejercicio.
Un sistema de costes adecuado, nos ayudará a entender cuál es el precio mínimo estimado de venta, ya que la venta de un producto, el cual se imputan coste variables y fijos, y aunque su margen podría tender a cero, no podemos descartar esa venta, dado que su venta, puede derivar en una disminución de los costes fijos de todos nuestros productos, y esto nos ayudaría a obtener un mayor margen del resto de nuestros productos.
Por ello, aconsejamos tener implantado un sistema de costes en la empresa. Para esta tarea, no sería necesario tener una persona que se dedique a ello exclusivamente, sino que puede ser la misma que realiza las tareas de contabilidad, siempre que sea asistida por un experto en la materia.
Concluimos que, las empresas son reticentes a establecer este sistema de costes, por incurrir en mayores costes indirectos. Estos costes indirectos o tiempo empleado por la administración, será compensado en el futuro por las ventajas que supone el registro de la contabilidad analítica.
Como de costumbre, quedamos a su disposición para ampliar la información.